¿Es Posible que el Conocimiento de los Padres, las Competencias y Expectativas Disfuncionales, y la Regulación Emocional mejoren los resultados de los Niños?


University of Queensland, Australia
, 3a ed. (Inglés). Traducción: julio 2017

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Introducción

La más extensa literatura sobre la capacitación de los padres ha incorporado progresivamente  la consideración explícita de elementos afectivos y cognitivos del papel de los padres en las explicaciones de sus dificultades y en descripciones sobre la forma de intervenir exitosamente con ellos.1,2 Hasta cierto punto, se ha asumido la noción de que los padres necesitan entender qué es apropiado para el niño en relación a su edad, y para desarrollar expectativas razonables sobre el comportamiento de los niños. Sin embargo, la evidencia que apoya la idea relativa a que los programas parentales de educación y crianza de los hijos de la primera infancia que priorizan los cambios afectivos y cognitivos logran mejores resultados que aquéllos basados en el aumento de las habilidades conductuales, es menos clara. Este artículo analiza las bases empíricas y conceptuales para las estrategias como el conocimiento progresivo de los padres acerca de las pautas de desarrollo, disminuyendo las expectativas de lo inadecuado  para la edad o las competencias disfuncionales, y mejorando la capacidad de los padres para regular sus propias emociones.

Materia 

El factor de riesgo modificable más sólido potencialmente contribuye al desarrollo de problemas emocionales y conductuales en los niños y la calidad del modelo de crianza que éste recibe. Evidencia de las investigaciones genéticas del comportamiento y estudios experimentales, correlacionales y epidemiológicos, demuestran que las prácticas parentales influyen principalmente en el desarrollo de los niños.3

Problemas 

Pese a que las investigaciones han analizado el conocimiento parental como un factor de riesgo para el desarrollo de los niños más pobres a través de una variedad de aspectos, existe una falta de comprensión clara sobre los mecanismos a través de los cuales el conocimiento de los padres afecta la conducta y el desarrollo de los niños. Además, los estudios que han evaluado específicamente los cambios en el conocimiento de los padres han estado metodológicamente limitados y no han delineado los procesos por los cuales se producen los cambios en el conocimiento, así como si en efecto esta alteración está asociada con los cambios en el desarrollo y conducta del niño o si otros factores median este efecto. 

En forma similar, no existe una explicación clara del vínculo entre conocimiento de los padres, conducta parental, ánimo de los padres y eficacia parental y específicamente cómo éstos cambian como una función de intervención. Pese a que la literatura apoya la idea relativa a que el conocimiento de los padres, su competencia y eficacia no están relacionadas necesariamente4, los procesos que soportan el desarrollo de discrepancias entre los dominios de habilidades afectivas y cognitivas no están claros. Por ejemplo, ¿cómo sienten o creen los padres que son competentes en sus roles, cuando la evidencia objetiva sugiere habilidades parentales precarias y poco conocimiento sobre el desarrollo de los niños?

El énfasis de la literatura en la materia, y particularmente en relación a las conductas parentales, ha sido la conducta externalizada de los niños, el descontento y la psicopatología, y diversos modelos de procesos familiares coactivos que conducen a esta externalización han sido delineados/definidos y apoyados.5 Sin embargo, hasta ahora, se han llevado a cabo sólo reducidas investigaciones que analizan las competencias de los niños, tanto en términos de desarrollo como conductuales (emocionales, cognitivas y sociales) y cómo la auto eficacia, el ánimo y las conductas parentales interactúan y producen  efectos en estas competencias. Como resultado, aunque se han realizado un sinnúmero de intervenciones para cambiar las habilidades parentales y las conductas de los niños, estos estudios por lo general no se han centrado en los resultados en términos de conocimiento parental del desarrollo de los niños.  

Contexto de Investigación 

A pesar que un sinnúmero de factores intraorgánicos influyen en el desarrollo de los niños, muchas de las habilidades que ellos adquieren dependen fundamentalmente de sus interacciones con sus cuidadores y el medioambiente social más amplio. Además de los factores intrínsecos, como exposición al alcohol durante la etapa fetal, prematuridad y bajo peso al nacer, se han identificado diversos factores de riesgo ambientales como contribuyentes a los resultados precarios en el desarrollo de los niños. Por ejemplo, la pobreza ha sido identificada como un factor de riesgo y un aumento de problemas conductuales que se reflejan en bajos resultados en las  pruebas cognitivas aplicadas al niño.6 Los efectos de la pobreza son mediados y moderados a través de barrios peligrosos, escuelas de mala calidad, falta de acceso a los servicios básicos, mayores riesgos para la salud ambiental, y a través del estrés que estos factores causan en los padres, afectando la relación padre-hijo.7,8 En general, los factores de riesgo de los ambientes de los cuidadores son transmitidos a través de las experiencias del niño en sus relaciones primordiales de cuidado profesional.9

Preguntas Clave de Investigación 

  1. ¿Cuáles son los mecanismos por los que el conocimiento parental afecta el comportamiento y el desarrollo de los niños?
  2. La adquisición de conocimientos por parte de los padres ¿está asociada con cambios en el desarrollo de los niños o se produce una mediación de los efectos por otros factores?
  3. ¿Cuál es el vínculo entre el conocimiento de los padres, conducta parental, ánimo de los padres y eficacia parental, y cómo éstos cambian como función de intervención? 
  4. ¿Cómo afectan las relaciones parentales en las competencias del desarrollo de los niños? 
  5. ¿Cómo se pueden reforzar los impactos de las intervenciones parentales? 

Resultados de Investigaciones Recientes 

El ambiente familiar es uno de los factores contribuyentes potenciales más importantes para el desarrollo del niño. Bradley10 concluyó que, en general, las correlaciones entre los puntajes del inventario Calidad del Ambiente del Hogar como un instrumento de medición (HOME por sus siglas en inglés), que incluyen los materiales de aprendizaje, estimulación del lenguaje y del aprendizaje, variedad de las experiencias y estimulación activa y  mediciones del estatus de desarrollo e inteligencia del niño, son bajas a moderadas (2 a 6) durante los primeros dos años,  y moderadas (3 a 6) de 3 a 5 años de edad. En forma similar, Jackson y Schemes11 descubrieron que los niños de preescolar cuyas madres fueron afectuosas y protectoras y proporcionaron estímulos cognitivos en el hogar mostraron mayores capacidades en el desarrollo del lenguaje, según las calificaciones de sus maestros de escuela. Más específicamente, cuando los padres son más protectores y menos autoritarios, sus niños alcanzan puntajes verbales y de inteligencia más altos, al examinarlo prospectivamente.12,13 En forma similar, los efectos alcanzados a través del meta-análisis fluctúan entre pequeñas y medianas magnitudes en lo relativo a la relación de apego madre-hijo y a la relación del niño con sus pares,14 y existe evidencia relativa a que el estilo de apego actúa como predictor de las diferentes trayectorias en términos de la regulación emocional del niño.15

El conocimiento de los padres sobre el desarrollo del niño ha sido mencionado frecuentemente como un factor relativo a los resultados en el desarrollo del niño. Puede definirse como la comprensión de “procesos, hitos y pautas del desarrollo del niño, y familiaridad con las habilidades de los cuidadores”16. Al respecto, se cree que el conocimiento de los padres proporciona una organización cognitiva global para la adaptación o anticipación de cambios en el desarrollo de los niños.17 Las madres con alto nivel cultural responden más sensiblemente a las iniciaciones de sus niños,18 en tanto que aquéllas con expectativas imprecisas sobre el desarrollo de sus hijos tienden a ser más violentas.19,20,21 Estudios en la materia han indicado que cuando las madres poseen mayores conocimientos del desarrollo del niño e infante, muestran mayores niveles de habilidades parentales16,24 y se producen menos problemas de conducta16 Adicionalmente, se ha descubierto una asociación positiva entre la autoeficacia parental  y la competencia de los padres cuando el conocimiento sobre el niño es alto. Sin embargo,  las madres que despliegan una alta autoeficacia parental pero escaso conocimiento son menos sensibles en sus interacciones con sus hijos.4

En general, no hay suficiente investigación sobre conocimiento de los padres y particularmente en el vínculo entre conocimiento parental y otras habilidades, tales como manejo conductual, eficacia parental, ánimo de los padres y conflicto parental. Además, la mayoría de las investigaciones se han centrado en muestras de alto riesgo, específicamente en las madres adolescentes y/o bajo peso al nacer e infantes prematuros. Un sinnúmero de estudios ha analizado si las intervenciones parentales y familiares aumentan el conocimiento de los padres, y existe evidencia que éste es el caso.25,26,27,28  Sin embargo, en general estos estudios no han sido controlados, y son muestras pequeñas, que analizan muestras de muy alto riesgo,  y sin un análisis del mecanismo de acción entre el aumento del conocimiento y los resultados potenciales en el niño. 

Las creencias de los padres sobre el desarrollo del niño y la naturaleza y causas de estas conductas también se han analizado como factores relativos a los resultados en el desarrollo del niño. No hay evidencia que las creencias poco precisas de la madre o la sobrevaloración del rendimiento del niño realmente aminoren su desempeño29,30,31 y que las expectativas tengan un efecto en las conductas de los padres.32 Por ejemplo, las madres adolescentes que presentaron expectativas más maduras, realistas y punitivas sobre su propia función, los niños y la relación de los padres con sus hijos tuvieron niños con mayor capacidad para enfrentar los problemas cotidianos, como fue calificado en la observación.17 Las expectativas realistas sobre las capacidades de los hijos han sido relacionadas con mayores competencias cognitivas y socioemocionales.33 Sin embargo, esta asociación puede funcionar indirectamente a través de comportamientos de los padres34, tales como el que las expectativas de la madre afectan su propia conducta, la cual a su vez produce impactos en las competencias para el desarrollo del niño. 

Las conductas y habilidades parentales específicas han sido analizadas, particularmente en relación al desarrollo de comportamientos disruptivos y agresivos. Los padres de niños agresivos se caracterizan por ser altamente críticos y punitivos con sus hijos36 y más proclives a atribuir la mala conducta de sus hijos a causas estables, de predisposición, comparados con padres de hijos sin problemas.37,38,39 Estos procesos de atribuciones tienden a agravarse en el curso del tiempo.40

Las interacciones padres-hijos afectan múltiples dominios de desarrollo.41,42,43 Las actitudes parentales moderadamente controladas y receptivas basadas en el niño han sido asociadas positivamente con la autoestima, los logros académicos, el desarrollo cognitivo y problemas menores de conducta.44,45 Adicionalmente, el patrón afectivo y los padres receptivos contingentes promueven una amplia variedad de resultados positivos en el desarrollo.46,47,48,49 El estilo de manejo parental y el involucramiento afectivo puede ser especialmente relevante para el desarrollo social de los niños, el autocontrol y la internalización de normas de conducta.41 Se ha descubierto que la calidad de este modelo de comportamiento es importante para la socialización del niño50,51; las variables parentales muestran vínculos directos con la adecuación del niño.52

La investigación sobre el ánimo de los padres indica que los trastornos en el ánimo y el estrés de la madre están asociados con mayores problemas emocionales y conductuales 53,54,55 y este descubrimiento también ha sido demostrado en el caso de los padres.56 Sin embargo, en general, el vínculo es mayor en el caso de la psicopatología materna que paterna.57 Mayores síntomas depresivos en el período posparto también han sido relacionados con un conocimiento menos preciso sobre el desarrollo infantil.58 La articulación entre el humor y el estrés de los padres y la conducta de los niños es algo confusa, puesto que un sinnúmero de estudios no han logrado descubrir un efecto mediador de la conducta parental entre el estrés y los resultados en el niño.53,59

Existe menos evidencia que apoya el vínculo entre los cambios de humor de los padres y el desarrollo cognitivo de los niños. Por ejemplo, Kurstjens y Wolke60 concluyeron que la depresión materna tenía efectos insignificantes en el desarrollo cognitivo del niño (a los seis años de edad), pero podría ser más relevante a largo plazo en los casos de depresión crónica, si el niño es varón y si existe riesgo neonatal o riesgos sociales en la familia. Sin embargo, el estrés de los padres en los años del preescolar ha sido relacionado con las calificaciones en competencia social por parte de los maestros, así como la internalización de la conducta y la externalización de los problemas.59 Además, Schmidt, Demulder, y Denham61 descubrieron que el aumento de la tensión familiar durante los años de preescolar se asociaba al incremento de la agresividad y ansiedad del niño y a una menor competencia social en el jardín infantil. 

La importancia de las intervenciones parentales en el mejoramiento de las prácticas de los padres

Las intervenciones del programa Capacitación para el Manejo Parental, CMP (PMT por sus siglas en inglés), derivadas del aprendizaje social, análisis funcional y principios conductuales-cognitivos son consideradas como las iniciativas de más alta calidad para orientar los problemas de conducta de los niños pequeños.62,63,64 Los programas CMP también han probado ser eficaces en los estudios de prevención.65,66 Los efectos positivos de las intervenciones CMP han sido replicados en muchas ocasiones en diversos estudios, y recogidos por investigadores y países y en diversos ámbitos de poblaciones clientelistas.1 En los programas CMP, los padres son concebidos de la forma tradicional, para aumentar las interacciones positivas con los niños y reducir las prácticas parentales incoherentes y coactivas. Los estudios que demuestran la eficacia del CMP muestra mejoramientos en las percepciones de los padres y las habilidades parentales, en destrezas sociales de los niños y adecuación escolar, y reducciones en los problemas de atención y conducta.66,67 Las intervenciones CMP están asociadas con grandes efectos68 y éstos a menudo se generalizan en diversos tipos de  hogares y centros comunitarios69,70 se mantienen en el tiempo71 y están asociados con altos niveles de satisfacción de los consumidores72.  Además, el programa ha sido exitosamente utilizado con dos familias de padres biológicos, la pareja madre/padrastro y en hogares monoparentales. Existe una progresiva evidencia relativa a que la diversidad de las formas de entrega puede producir resultados positivos para los niños1 incluyendo programas presenciales administrados individualmente,73 programas de grupo74,75,76 programas para realizar llamadas 77,78 y programas autodirigidos.79,80 Además, un sinnúmero de ensayos de efectividad de las intervenciones de CMP han demostrado efectos significativos para los niños con problemas de conducta.81,82

Conclusiones 

Pese a que los programas parentales que se basan en modelos de aprendizaje social han logrado ayudar a los padres a cambiar el comportamiento hacia sus hijos y mejorar su relación con ellos, aún queda mucho por aprender sobre la forma de promover el cambio simultáneo a través del nivel conductual, afectivo y cognitivo del estilo de crianza. Para ello, se necesita mayor conocimiento de los mecanismos afectivos y cognitivos que pueden apuntalar a los padres a desarrollar sus aspectos positivos en vez de los negativos con sus hijos. 

Implicancias

Reforzando el impacto de las intervenciones parentales 

Pese a lo sólido de la evidencia del CMP, anteriormente citada, quedan diversas líneas potencialmente importantes que explorar que pudieran reforzar su  alcance y cobertura, y aumentar el impacto de las intervenciones parentales.  

El uso del diseño y demostración de las principales habilidades parentales parecen ser el rasgo principal de cualquier intervención efectiva sobre el patrón de crianza de los padres hacia sus hijos. Las investigaciones sobre la importancia de la observación en el aprendizaje y las iniciativas basadas en programas de vídeo83,84,85 validan la importancia de este enfoque. No obstante, elementos clave de modelos de cambio de actitudes y comportamientos (modelos basados en la aceptación, influencia social y teoría del aprendizaje social cognitivo) aún están subutilizados. La teoría del aprendizaje social cognitivo de Bandura83,84 es un marco conceptual útil para el desarrollo de  intervenciones en los medios, y  recalca la importancia  de los factores internos y externos, incluyendo los mecanismos cognitivos asociados que influyen en el comportamiento humano. Esta teoría aborda la importancia de la implementación de estrategias que aumenten la autoeficacia de los padres y que creen expectativas de resultados favorables, las que a su vez mejoren las intenciones de comportamiento de los padres, el conjunto de estándares de funciones personales y la autoevaluación de su desempeño. El modelo de influencia social86 también brinda un marco útil en lo conceptual para orientar el desarrollo de las intervenciones en los medios, cuando se reiteran los principios fundamentales que promueven exitosamente la influencia y la persuasión; por ejemplo, en lo relativo a que las intervenciones hacen uso del poder de la validación social por pares o como otros (por ejemplo, otros como yo están en esto) y de la tendencia humana a actuar de acuerdo a compromisos anteriores con otros según valores profundamente arraigados, parecen tener más influencia sobre comportamientos, intentos y actitudes en los telespectadores. Finalmente, los modelos de conducta basados en la aceptación de manejo de reflexiones, sentimientos y situaciones dolorosas en una forma tal que no interfiere con la efectiva ejecución de las acciones. 

Para reforzar el impacto de la intervención de las habilidades parentales, es posible recurrir a diversos elementos de la teoría del aprendizaje social cognitivo, de la influencia social y de la aceptación, con el fin de reforzar los cambios en la cognición, afecto y conducta de los padres. Estos últimos están más proclives a aprender las habilidades,  aumentar sus intenciones de implementarlas e implementarlas realmente, así como mantenerlas cuando las habilidades parentales calificadas son diseñadas y demostradas, y (a) otorgar atribuciones o creencias disfuncionales sobre las razones de los cambios en las conductas de los niños, (b) mejorar la autoeficacia de los padres y de sus expectativas positivas;(c) activar los apoyos sociales, y (d) aprender a manejar los impactos de situaciones dolorosas que interfieran con la paternidad efectiva. 

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Para citar este artículo:

Sanders MR, Morawska A. ¿Es Posible que el Conocimiento de los Padres, las Competencias y Expectativas Disfuncionales, y la Regulación Emocional mejoren los resultados de los Niños?. En: Tremblay RE, Boivin M, Peters RDeV, eds. Tremblay RE, ed. tema. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. https://www.enciclopedia-infantes.com/habilidades-parentales/segun-los-expertos/es-posible-que-el-conocimiento-de-los-padres-las. Actualizado: Diciembre 2014 (Inglés). Consultado el 19 de abril de 2024.

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