Con este tema se pretende promover la comprensión de la relación cercana existente entre aprender a hablar y aprender a leer, su importancia en el desarrollo intelectual del niño, de los mecanismos de aprendizaje implicados y de los factores externos que influyen en esto, y de los signos que pueden indicar una discapacidad de aprendizaje.
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Desarrollo del Lenguaje y de la Lectoescritura
Alfabetización: Los primeros pasos hacia la lectura y la escritura
Desarrollo del Lenguaje y de la Lectoescritura
Lenguaje: Su bebé aprende a hablar
Síntesis
¿Por qué es importante?
El hecho de aprender a hablar es uno de los logros más visibles e importantes de la primera infancia. El lenguaje significa una nueva herramienta que ofrece nuevas oportunidades en la comprensión del medio social, el conocimiento sobre el mundo, el compartir experiencias, como satisfacciones y necesidades. Por lo que, durante, los tres primeros años de escuela, los(as) niños(as) dan otro gran paso en el desarrollo del lenguaje y esto es a medida que aprenden a leer. Aunque ambos ámbitos son diferentes, también se relacionan. Las habilidades del lenguaje inicial han sido vinculadas a un posterior éxito en el aprendizaje de la lectura. De igual forma, las actividades pre- alfabéticas y alfabéticas pueden apoyar a los(as) niños(as) en las competencias lingüísticas, tanto en sus años preescolares como después en la escuela.
Los(as) niños(as) con deficiencias auditivas y en habilidades en lectura, suelen presentar un trastorno del lenguaje. Se estima que entre los 8% y 12% de preescolares y el 12% de los (as) niño(as) que ingresan a la escuela en Canadá y los Estados Unidos presentan alguna forma de trastorno del lenguaje. Asimismo, los estudios señalan que del 25% al 90% de los(as) niños(as) con problemas de lenguaje presentan trastornos de lectura, generalmente definido como logro deficiente en el aprendizaje de la lectura habiendo tenido suficientes oportunidades para aprender a leer. El trastorno de la lectura en niños(as) en edad escolar, se estima que puede situarse entre el 10% y 18%.
Cuando los(as) niños(as) presentan dificultades para comprender a otros y a expresarse, no es sorprendente que surjan problemas psicosociales y de ajuste emocional. Los(as) niños(as) con trastornos de lenguaje o retraso en éste, se exponen a un mayor riesgo de presentar problemas sociales, emocionales y conductuales. Por otra parte, las investigaciones efectuadas muestran que la mayoría de los(as) niños(as) que presentan una deficiente capacidad para el aprendizaje de la lectura a fines del primer año escolar, continuarán teniendo dificultades en el futuro.
¿Qué sabemos?
Aun cuando existe un amplio debate en torno a la naturaleza de la actividad mental que motiva al aprendizaje del lenguaje, hay un considerable consenso sobre el curso que sigue el desarrollo de éste y que es influenciado por determinados factores, en al menos cinco ámbitos: social, perceptivo, procesamiento cognitivo, conceptual y lingüístico. Asimismo, aunque efectivamente existen diferencias individuales entre los(as) niños(as), el desarrollo del lenguaje tiene ciertas secuencias predecibles. La mayoría de los(as) niños(as) comienza a hablar durante su segundo año de vida, y cerca de los 21 meses es muy probable que sepa al menos 100 palabras y que sea capaz de combinarlas en frases cortas. Entre los cuatro y seis años, la mayoría de los(as) niños(as) hablan en oraciones completas gramaticalmente inteligibles.
Sus primeras frases están hechas de contenido de palabras y con frecuencia faltan palabras de función gramatical (por ejemplo, artículos y preposiciones) y terminaciones de palabras (por ejemplo, plurales y marcadores temporales). Aunque existe una secuencia predecible, la tasa de desarrollo del lenguaje entre los(as) niños(as) varía sustancialmente principalmente debido a la compleja interacción entre factores genéticos y medioambientales.
La cantidad y tipo de estimulación del lenguaje en el hogar, el estrés en el hogar, como cuando es víctima de maltrato infantil, influencian el desarrollo del lenguaje. Asimismo, la calidad de la interacción entre la persona que le cuida y un(a) niño(a), como cuando se entretienen con juegos de palabras o leen libros juntos, juega un papel importante en los resultados de la alfabetización. Las habilidades de los niños progresan más rápida y fácilmente en las interacciones que se caracterizan por la participación de adultos sensibles, receptivos y no controladores. Otros aspectos de los comportamientos de los padres, como la participación frecuente y regular en las actividades de aprendizaje y la provisión de materiales de aprendizaje apropiados para la edad, favorecen los resultados de alfabetización del niño. Además, los padres con más recursos (por ejemplo, educación, ingresos) tienen más probabilidades de proporcionar experiencias positivas de aprendizaje para su hijo pequeño. Aunque las características del niño (por ejemplo, el orden de nacimiento) también juegan un papel clave en sus propias experiencias de aprendizaje, con los niños primogénitos que tienen en promedio un vocabulario más amplio que sus hermanos.
Los niños con vocabulario expresivo limitado (menos de 40-50 palabras) y que no usan ninguna combinación de palabras a la edad de 24 meses son identificados como de desarrollo lento del lenguaje expresivo. Estos niños corren mayor riesgo de sufrir un trastorno del lenguaje que persiste en los últimos años de preescolar hasta primaria. Además, los niños con problemas de desarrollo del lenguaje corren mayor riesgo de dificultades académicas posteriores, problemas de aprendizaje, trastornos de ansiedad, dificultades sociales y problemas de conducta. El problema de conducta más común es el trastorno por hiperactividad (TDAH); Los estudios también muestran altas tasas de internalización de problemas como timidez y ansiedad. Los niños con impedimentos del habla tienen más probabilidades de tener dificultades con el procesamiento fonológico, el aprendizaje fonológico y la alfabetización.
La conciencia fonológica se refiere a la capacidad de identificar, comparar y manipular las unidades más pequeñas de palabras habladas, es decir, los fonemas. Durante el primer año, los niños son más sensitivos a los fonemas en su lengua materna y son menos sensitivos a las diferencias acústicas no relevantes a su idioma. A la edad de 7,5 meses, el aumento de la respuesta cerebral de los niños a su lengua materna predice habilidades de lenguaje que tendrán más tarde. Las habilidades de conciencia fonológica y vocabulario son, respectivamente, los mejores predictores para la lectura y la comprensión lectora.
Algunos niños son suficientemente competentes en escuchar y hablar, pero tienen pocas habilidades de procesamiento fonológico. En la entrada a la escuela, estos niños pueden ser catalogados en riesgo de trastornos de lectoescritura. Hay una representación marcadamente desproporcionada de niños que son pobres y de minorías étnicas o raciales, entre aquellos que tratan de superar los problemas de lectura.
Finalmente, el desarrollo bilingüe del lenguaje, en el caso de niños bilingües, y el inicio de la aparición de las combinaciones de palabras, son comparables a los niños (as) monolingües.
¿Qué podemos hacer?
Las intervenciones tempranas del lenguaje durante la primera infancia o los años preescolares pueden tener un impacto significativo en los resultados del niño (as). Hay por lo menos cuatro contextos generales en los que se puede proporcionar intervención lingüística: capacitación individual, en grupos pequeños, en el aula y aquel proporcionado por el cuidador(a) /educador(a). Se han demostrado cuatro estrategias de enseñanza de lenguaje para mejorar las habilidades de los niños(as). Se trata de: la enseñanza del medio pre-lingüístico, para ayudar a los niños a hacer la transición de la comunicación pre-intencional a la intencional; la enseñanza del medio ambiente, que consiste en técnicas específicas incorporadas en las actividades e interacciones de rutina del niño(as); la respuesta sensible, que implica enseñar a los cuidadores/educadores a ser altamente responsivos a los intentos de comunicación del niño; y la enseñanza directa, que se caracteriza por impulsar, reforzar y dar retroalimentación inmediata sobre la gramática o el vocabulario en sesiones muy estructuradas. En todos los casos, es importante establecer el escenario para el aprendizaje del lenguaje creando oportunidades para la comunicación, siguiendo el liderazgo del niño, y construyendo y estableciendo rutinas sociales de interacción.
En las intervenciones lingüísticas efectuadas por los padres, éstos mismos son entrenados por fonoaudiólogos para convertirse en los agentes de intervención primaria, aprendiendo a facilitar el desarrollo del lenguaje de sus hijos en contextos diarios y naturales. (Ello difiere de la participación de los padres donde juegan un rol secundario, en la cual los niños reciben atención directa del fonoaudiólogo y los padres apoyan). Las intervenciones administradas por los padres han producido un progreso de desarrollo a corto plazo en comunicación y habilidades lingüísticas en una amplia gama de niños(as) en edad preescolar con trastornos lenguaje. Sin embargo, poco se sabe sobre los efectos a largo plazo de este rentable modelo de intervención.
El entrenamiento de alta intensidad es una estrategia de intervención que tiene como objetivo aumentar los niveles atencionales de los niños(as) diagnosticados con un trastorno específico del lenguaje. Considerando que el déficit atencional se asocia con el trastorno del lenguaje en los niños (as) pequeños(as), y especialmente en los niños varones, se debe fomentar la capacitación de alta intensidad que involucra a los padres y al niño. Sobre la base de estudios recientes, se ha descubierto que esta intervención mejora tanto las competencias lingüísticas de los niños (as) como las habilidades atencionales.
Las iniciativas de política social deben centrarse en el diagnóstico temprano con un fonoaudiólogo, evaluaciones exhaustivas y proporcionar entornos altamente receptivos desde el principio. Asimismo, se debe proporcionar capacitación y educación continua a todas las personas que trabajan con niños y sus familias, como fonoaudiólogos, otros intervencionistas tempranos, educadores de la primera infancia y proveedores de cuidado infantil. Sin embargo, todavía hay varias barreras que superar, estos incluyen el desarrollo de medidas de detección más específicos para identificar los diversos tipos de trastornos, lograr un consenso sobre la definición del caso y mejorar la detección temprana de los padres de los posibles trastornos de los niños(as) y la importancia y necesidad de solicitar ayuda a tiempo.
Lectura adicional
¿Con qué frecuencia aparecen los problemas de lenguaje en los primeros años?
El habla es un hito importante en el desarrollo del niño.
La mayoría de los niños sabrán decir 100 palabras a la edad de 21 meses, y comenzarán a combinar esas palabras en oraciones cortas antes de los 2 años de edad. Desafortunadamente, muchos niños se retrasan en estos hitos.
Los niños que tienen un vocabulario expresivo limitado (menos de 40-50 palabras) a los 24 meses de edad y no saben combinarlas son denominados "hablantes tardíos". Entre un 8 % y un 12 % de los niños norteamericanos en edad de preescolar y un 12 % de los niños que comienzan la escuela muestran un retraso lingüístico. De estos, entre un 25 % y un 90 % son diagnosticados con un trastorno de lectura, un problema que afecta entre el 10 % y el 18 % de niños en edad escolar.
La frecuencia de los problemas de lenguaje y su impacto en la alfabetización y en la lectura en etapas posteriores de la vida demuestran la necesidad de la intervención temprana desde el momento en el que se detectan los problemas de habla.
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Las sabias palabras de Rotterdam
Volume 4, Nº1 - Mayo 2005
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