El temperamento consiste en las diferencias individuales en emoción, activación motriz y reacción de atención a estímulos. El temperamento da forma a los resultados de los niños, e influye en la manera en la que interactúan con su entorno y en cómo los adultos y los niños reaccionan a este.

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Temperamento

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¿Por qué es importante?

El temperamento se refiere a las características individuales que se asume tienen una base genética o biológica y que determinan las respuestas afectivas, atencionales y motoras del individuo en varias situaciones. Por ejemplo, el temperamento puede afectar el humor y las emociones de los niños, cómo ellos enfrentan y reaccionan a las situaciones, su nivel de miedo, frustración, tristeza y molestia, etc. Estas respuestas también juegan un rol en las interacciones sociales y el funcionamiento social subsecuentes. Una predisposición temperamental se refiere a un perfil distintivo de sentimientos y comportamientos que se originan en la biología del niño y que aparecen temprano en el desarrollo. 

Una dimensión importante del temperamento es el control esforzado, definido por Rothbart como “la habilidad para inhibir una respuesta dominante para remplazarla por una respuesta subdominante.” El control esforzado incluye las habilidades de manejar de manera voluntaria la atención e inhibir o activar el comportamiento según sea necesario para adaptarse al ambiente, especialmente cuando el niño no quiere hacerlo.

La influencia del temperamento en las trayectorias del desarrollo y en los logros ha sido reconocida incluso en áreas que tradicionalmente han sido consideradas como resultado casi exclusivo de la socialización, tales como los problemas de conducta, la empatía y el desarrollo de la consciencia. 

¿Qué sabemos?

Thomas, Chess y sus colegas identificaron nueve dimensiones del temperamento: nivel de actividad; regularidad en el funcionamiento biológico; facilidad para aceptar nuevas personas y situaciones (aproximación – evitación); adaptabilidad al cambio; sensibilidad a los estímulos sensoriales; disposición de ánimo; intensidad de respuestas; nivel de distracción y períodos de atención y persistencia. Una lista revisada que refleja la nueva investigación incluye: extraversión, que está relacionada con afecto positivo, nivel de actividad, impulsividad y toma de riesgos; afecto negativo, que está relacionado con temor, enojo, tristeza y malestar; y control esforzado, que está relacionado con cambio y mantenimiento de atención, sensibilidad perceptual y control inhibitorio y activacional. Estas últimas tres dimensiones se han encontrado consistentemente en los reportes de los padres sobre el temperamento en la niñez temprana e intermedia. 

El temperamento también se desarrolla con el tiempo. Durante los primeros meses de vida, las diferencias individuales pueden observarse en la orientación atencional, la propensión a la angustia, el afecto y la aproximación positiva, y en la frustración. Al final del primer año y más adelante, puede haber diferencias individuales en la inhibición conductual temerosa hacia estímulos novedosos o intensos. Algunos niños que previamente respondían rápidamente a los objetos nuevos o las personas más adelante pueden aproximarse más lentamente, o no aproximarse del todo. Es también al final del primer año de vida que los niños empiezan a desarrollar el control esforzado.

El temperamento de los niños moldea sus logros, en parte al formar las maneras en las que los niños se involucran y evocan respuestas de sus ambientes. Los niños interpretan de forma diferente sus experiencias ambientales dependiendo de su temperamento. Por ejemplo, los niños ansiosos e irritables tienden a percibir los eventos negativos como más amenazantes que los niños que tienen un nivel menor de emociones negativas. 

Está claro que el control esforzado está relacionado con el desarrollo positivo, incluso en los primeros cinco años de vida. Por ejemplo, las mediciones de laboratorio o reportadas por los padres sobre el control esforzado de los niños han sido asociadas a niveles más bajos de problemas de comportamiento. Adicionalmente, se ha encontrado que el control esforzado en los niños pequeños está correlacionado y predice bajos niveles de emociones negativas, alta obediencia comprometida, altos niveles de competencia social y consciencia. El control esforzado también juega un papel importante en las respuestas evocadas. A medida que los niños crecen deben hacerse cada vez más responsables de su propio comportamiento; los niños que no se regulan bien tienen por lo tanto mayor probabilidad de elicitar reacciones negativas tanto de sus pares como de los adultos. 

También se han identificado relaciones entre el temperamento y el desarrollo de psicopatología. El temperamento puede intensificar las respuestas a eventos estresantes o puede amortiguar contra el riesgo. Se han encontrado relaciones entre la inhibición temperamental temerosa y la ansiedad posterior, el afecto negativo y la depresión. La extraversión y un bajo nivel de control esforzado también se han vinculado con el desarrollo de problemas de conducta. 

Aún cuando hay un consenso sobre cómo el temperamento es moldeado por los procesos biológicos, investigación reciente con parejas de niños gemelos ha dejado claro que las diferencias individuales también son moldeadas por experiencias ambientales, incluso durante la infancia. Diferentes estilos de crianza pueden ayudar a aumentar o disminuir ciertos aspectos del temperamento de los niños. Más allá del ambiente familiar, el ambiente escolar, las relaciones con pares y el barrio pueden tener un impacto en si el temperamento temprano de los niños se mantiene estable y en si su temperamento los lleva a buenos o malos resultados.  

¿Qué podemos hacer?

La investigación sobre el temperamento sugiere la importancia de la educación para ayudar a los cuidadores, profesores y padres a entender que el comportamiento y las emociones de los niños no son solamente el resultado del aprendizaje social. Por el contrario, los niños desde una edad temprana difieren en su reactividad y su auto regulación y pueden seguir diferentes trayectorias de desarrollo. El temperamento también sugiere intervenciones específicas, tales como el entrenamiento en el control atencional que ha sido utilizado de manera exitosa en niños de cuatro años, y que puede ser adaptada a los espacios de preescolar. Este entrenamiento también ha sido útil para niños con TDAH, y parece tener efectos positivos generales en el procesamiento cognitivo de los niños.

Diferentes estrategias de crianza parecen funcionar mejor para niños con ciertos temperamentos. Esto puede ser explicado por la teoría de “bondad de ajuste”, sugerida por Thomas y Chess. Los niños que son agresivos y difíciles de manejar parecen beneficiarse de un estilo de crianza que incluye un control más restrictivo y un menor nivel de negatividad parental. Los niños tímidos parecen beneficiarse de ser animados por sus padres a explorar situaciones novedosas y es más probable que sigan siendo tímidos o inhibidos si los padres son sobreprotectores. 

Los niños temerosos tienden a desarrollar una mayor consciencia temprana y se desenvuelven mejor bajo una disciplina parental amable que promueva la consciencia internalizada. Los niños menos temerosos parecen beneficiarse más de la sensibilidad materna y su propia seguridad de apego en el desarrollo de la consciencia.

Las diferencias individuales en el control esforzado, aunque se deben en parte a la herencia, también están asociadas a la calidad de las interacciones entre padres e hijos. Un estilo de crianza amable y de apoyo por oposición a uno frio y directivo, parece predecir mayores niveles de control esforzado. Por esta razón es importante que los padres y otros cuidadores sean animados a interactuar con los niños de formas que fomenten el desarrollo del control esforzado. 

Para terminar, en ciertos contextos, algunos niños representan un reto mayor para los padres, los profesores y otros cuidadores debido a su temperamento. En tales casos es posible que los cuidadores se beneficien si tienen apoyo adicional y educación. Por ejemplo, se les puede ayudar a los cuidadores a evitar respuestas negativas que pueden ser evocadas naturalmente por niños con temperamentos más difíciles. 

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Lectura adicional

¿Cómo pueden los estilos de crianza afectar al temperamento de un niño?

Cada niño nace con una personalidad y un temperamento únicos. Su temperamento afecta a su conducta y a su reacción a situaciones. Sin embargo, si se enfoca correctamente, los padres pueden mitigar algunos de los aspectos más difíciles de los temperamentos de sus hijos.  

  • Si los niños son ansiosos, están asustados o son retraídos en situaciones nuevas, los padres pueden intentar no sobreprotegerles y animarles amablemente a explorar nuevas situaciones. 
  • Si los niños son demasiado intrépidos y corren demasiados riesgos, los padres pueden mostrarse cálidos y cariñosos y establecer reglas firmes y horarios regulares. 
  • Si los niños son impulsivos, los padres pueden alabar sus buenas conductas (como, por ejemplo, cuando los niños controlan sus impulsos) e imponer una cariñosa disciplina. 

En general, los niños tienden a tener mejor temperamento cuando los padres les dan apoyo y atención, establecen límites, usan disciplina positiva, y responden regularmente a sus necesidades.

Publicaciones

El Temperamento y su Impacto en el Desarrollo Infantil: Comentarios sobre Rothbart, Kagan y Eisenberg

Determinantes Socio-Contextuales de los Estilos de Crianza