Desarrollo de la agresión indirecta previo al ingreso a la escuela


Université du Québec à Montréal, Canadá
(Ingles). Traducción: septiembre 2016

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Introducción

Los intentos por entender y prevenir la agresividad infantil han estado guiados predominantemente por un modelo orientado a los hombres en cuanto al foco en la agresión física. Los niños también pueden herir a sus pares de maneras más sutiles, como por ejemplo a través de la exclusión social o el esparcimiento de un rumor.1-4 Estas formas de agresión son tan dañinas e incitan la misma respuesta ante el dolor psicológico que la agresión física.5-7 De hecho, la agresión relacional ha demostrado tener un rango de efectos negativos y sostenidos en el tiempo sobre las víctimas, que incluyen ausentismo escolar, afecciones somáticas, ansiedad e incluso ideación suicida.8-11

Materia

Distintos calificativos han sido usados para describir estas formas más sutiles de agresión. La agresión relacional,1 consiste en un set de estrategias tortuosas que implican a los pares como un medio para sabotear las relaciones sociales y la autoestima de la víctima, por ejemplo, a través rumores calumniosos o convirtiéndose en amigo de otro por venganza. La naturaleza indirecta del acto agresivo a menudo permite al agresor mantenerse anónimo, y de ese modo poder eludir un contraataque de la víctima y la desaprobación de otros pares o adultos. La agresión social12 y la agresión relacional13 también abarcan un rechazo expresado directamente y comportamientos no verbales tales como expresiones faciales o desdén. A pesar de las sutiles diferencias, todos estos conceptos describen comportamientos estrechamente relacionados.14

Problemas

Se ha discutido sobre si la agresividad relacional es más típica de las niñas.1,15 Sin embargo, un meta-análisis reciente de 148 estudios muestra que, mientras que los niños son consistentemente más agresivos físicamente que las niñas, las diferencias de género con respecto a la agresión relacional son mínimas y no tienen en cuenta ni la edad ni la etnia de los niños.16 De este modo, parece que tanto los niños como las niñas emplean estrategias tortuosas como medio para atacar a otros. De hecho, muchos niños agresivos usan ambas formas de agresión.16 No obstante, los estudios han demostrado de manera consistente que la agresión física y la relacional son dos formas que son claramente identificables en niños en edad preescolar.3,13,17-19

Contexto de la investigación

El reconocimiento de que la agresividad puede ser expresada a través de diversos medios es fortalecida aún más por el hecho de que la agresión física disminuye en la mayoría de los niños a partir de la primera infancia en adelante, mientras que la agresividad social aumenta.20-22 Además, muchos niños agresivos psicológicamente aumentan en el uso de la agresión social con el tiempo, mientras que lo contrario no parece ser el caso.23,24 Estas trayectorias divergentes en el desarrollo se corresponden con el modelo teórico de la agresividad, propuesto por Bjoerkqvist y sus colegas.1 De acuerdo con este modelo, los niños muy pequeños agreden a otros primariamente a través de la violencia física dada la falta de otras herramientas de expresión. A medida que las habilidades verbales y sociales evolucionan, los niños comienzan a usar la agresión verbal y, alrededor de los 4 a 5 años de edad, añaden la agresión relacional a su repertorio. Dado que la agresión relacional puede ser tan dañina como la física, y con mucho menos riesgo de represalias, la agresión relacional se convierte eventualmente en estrategia primaria.

Preguntas claves para la investigación

Las diferentes trayectorias de desarrollo han destacado la necesidad de una mejor comprensión de los factores de riesgo y de los potenciales efectos en el desarrollo asociados a la agresión relacional, y cómo éstos se comparan con los de la agresión física.

Resultados de investigaciones recientes

Estudios basados en material genético apoyan la proposición de Bjoerkqvist y sus colegas1 de que, a pesar de su desarrollo por carriles divergentes, la agresión física y la relacional tienen raíces comunes. Esto se evidencia en descubrimientos recientes que revelan que la agresión indirecta y la física están en gran medida influenciadas por los mismos factores genéticos subyacentes.24-26 Más aún, tanto la agresividad relacional como la física han sido conectadas con una educación parental severa y excesivamente controladora, junto con una falta de calidez parental y refuerzo positivo durante la edad preescolar.3,27,28 También hay evidencia de que los niños física e indirectamente agresivos comparten ciertos patrones cognitivos, como la atribución de intenciones hostiles a otros y la falta de empatía.29,30 Las asociaciones con otros aspectos de las funciones cognitivas sociales, sin embargo, parecen diferir. Contrariamente con los niños en los que predomina la agresividad física, los niños indirectamente agresivos muestran a menudo habilidades lingüísticas avanzadas, saben cómo persuadir a otros para que hagan lo que les place, y son altamente capaces de predecir los pensamientos y acciones de otras personas incluso antes de ingresar al jardín infantil.30-33 Las diferencias más pronunciadas entre la agresividad física y la indirecta reside en las correlaciones sociales y ambientales, y en sus resultados.24-26 En contraste con la agresividad física, el uso frecuente de la agresión relacional generalmente no está relacionado con dificultades sociales con los pares. A pesar de –o quizás también debido a- la manipulación que hacen de otros, los niños indirectamente agresivos tienen pares muy cercanos, aunque quizás se trate de amistades de poca duración.18,34 Además, aunque quizás no tengan la simpatía de muchos de sus pares, ellos ostentan una posición prominente e influyente en el grupo.35,36 De este modo, no resulta sorprendente que los niños indirectamente agresivos tengan un menor riesgo de desarrollar algunos de los problemas adaptativos que están comúnmente asociados con la agresividad física, tales como dificultades en el rendimiento escolar o delincuencia.16,37,38 Comparada con la agresividad física, sin embargo, la agresividad relacional está implicada en mayores problemas internos, como sentimientos de soledad, ansiedad y depresión.16

Déficit de investigaciones

Mientras que en las dos décadas pasadas se observó un agudo aumento en la investigación sobre agresividad relacional, comparativamente pocos estudios se han enfocado en el periodo preescolar (por ejemplo, antes de  los 6 años). Una preocupación particular es que las conexiones encontradas entre el estilo de crianza de los padres y la agresividad relacional temprana se basan en datos de corte transversal. Por lo tanto, no está del todo claro si el comportamiento de los padres es un precursor o una reacción a la agresividad relacional del niño. Más aún, un meta-análisis muestra que la asociación entre el comportamiento parental y la agresividad relacional es bastante menor.39 Es posible que el comportamiento de los padres afecte la agresividad relacional de los niños de modo más indirecto, a través de su impacto en la cognición y las actitudes de los niños en cuanto ésta. En lugar de ello, el comportamiento de los padres puede fomentar el uso de la agresión relacional sólo en algunos niños pero no en otros. Es necesaria mayor investigación para entender cómo los padres, pero también otros adultos como educadores de párvulos y profesores, pueden facilitar el desarrollo temprano de la agresividad relacional.

Conclusiones

A pesar del actual déficit en la investigación, se puede afirmar con seguridad que la agresividad relacional aparece por primera vez en el repertorio conductual de los niños a la edad aproximada de 4 años y se observa en ambos géneros. La agresividad relacional y la física parecen tener algunas raíces etiológicas comunes, y los niños más pequeños especialmente usan ambas conductas para herir a otros. Sin embargo, mientras que la agresividad física decrece en la mayoría de los niños durante el curso de su desarrollo, la agresividad relacional tiende a aumentar. Este aumento puede que se deba en gran medida al hecho de que la agresión relacional a menudo permite al agresor hacer un gran daño con un riesgo relativamente bajo de detección y castigo. Por lo tanto, la agresión relacional es usada también por niños con habilidades cognitivas y de lenguaje avanzadas. El uso de la agresión relacional puede ser facilitado aún más por el hecho de que no parece estar relacionada con el mismo conjunto de problemas adaptativos futuros que la agresividad física, aunque se necesita más investigación a este respecto.

Implicancias para los padres, servicios y políticas

Mientras que la agresividad relacional no siempre conlleva consecuencias negativas para quien la perpetra, claramente presenta un serio riesgo para la salud mental y física de sus víctimas. Sin embargo, la evidencia sugiere que los adultos no la consideran tan negativa y es menos probable que intervengan para evitar el uso de la violencia relacional en comparación con la física.40-42 Un primer paso hacia la prevención es, por lo tanto, disipar el mito de que la agresión relacional es exclusiva de las niñas o un comportamiento relativamente benigno.43 También es importante reconocer que no todos los comportamientos agresivos son resultado de habilidades socio-cognitivas deficientes, sino que, a veces, niños tremendamente sociables e inteligentes son los que usan esas habilidades para atacar a otros. Los esfuerzos por reducir la violencia relacional necesitan estar dirigidos, por lo tanto,  a todos los niños, y los programas más prometedores hasta ahora son aquellos con múltiples componentes, y que incluyen tanto a profesores como a los padres.44 Estos programas incorporan varias sesiones que se enfocan específicamente en cómo reconocer y lidiar con la agresividad relacional, a la vez que enseñan estrategias prosociales para construir relaciones y resolver conflictos interpersonales con los pares. Desafortunadamente, con una sola excepción,45 los programas preventivos que atacan la agresividad relacional han estado enfocados en niños mayores de 5 años.44 Sin embargo, dado que la agresividad relacional emerge a partir de los 4 años  de edad, los esfuerzos debiesen comenzar en el periodo preescolar temprano, y la evidencia preliminar de hecho sugiere que un programa temprano implementado en el jardín infantil entre los 3 y los 5 años puede reducir exitosamente no sólo la agresividad física, sino también la relacional.45 Con todo, incluso los programas más integrales pueden fallar a menos que se sostengan por un periodo extenso de tiempo,44 y se necesita más investigación para evaluar la sustentabilidad de dichos efectos.

A modo de conclusión, los esfuerzos aunados para reducir la agresividad relacional debiesen extenderse más allá de la escuela y el contexto familiar. Muchas películas que son consideradas no violentas contienen grandes cantidades de agresividad relacional, algo que ya es evidente en las películas animadas populares entre los preescolares.46 Porque presenciar agresión relacional en los medios ha sido conectado causalmente al aumento del uso de tales comportamientos entre los niños,47 algunos investigadores han hecho un llamado a modificar el sistema de calificación actual para el contenido que requiere de orientación parental en los medios.48,49 Sólo con mayor conciencia de los potenciales peligros de la agresividad relacional en una variedad de contextos podemos aspirar a prevenir las repercusiones negativas en sus víctimas.

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Para citar este artículo:

Brendgen M. Desarrollo de la agresión indirecta previo al ingreso a la escuela. En: Tremblay RE, Boivin M, Peters RDeV, eds. Tremblay RE, ed. tema. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. https://www.enciclopedia-infantes.com/agresividad-agresion/segun-los-expertos/desarrollo-de-la-agresion-indirecta-previo-al-ingreso-la. Publicado: Febrero 2012 (Inglés). Consultado el 28 de marzo de 2024.

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