Políticas del Programa Head Start: Comentarios sobre Currie, y Hustedt y Barnett


Yale University, EE.UU.
(Inglés). Traducción: marzo 2010

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Introducción 

El comité de planificación interdisciplinario de Head Start advirtió que los niños pequeños más desfavorecidos económicamente tienen muchas otras necesidades además de la educación preescolar en su preparación para ingresar a la escuela primaria. Por lo tanto crearon Head Start con dos rasgos fundacionales que lo caracterizan hasta ahora: (1) servicios de desarrollo infantil integrales, incluyendo educación, salud física y mental y servicios sociales para el niño y su familia; y (2) un compromiso de participación de los padres en las actividades del aula y en el manejo del programa. Así, Head Start fue el primer programa que adoptó conscientemente un enfoque inter-generacional e integral de intervención en la infancia temprana.1 

Currie y Hustedt y Barnett señalan que estos principios alimentan la controversia actual alrededor del contenido y efectividad de Head Start. La controversia acompañó la transición desde el Presidente Clinton (un sólido colaborador de Head Start) al Presidente George W. Bush (cuyas críticas al programa comenzaron en la campaña de su primer período de gobierno). Bajo la presión de la Administración Bush, la cual enfatiza las destrezas de lectoescritura y numeración, Head Start es ahora un programa con conflictos conceptuales respecto de la mejor manera de cumplir con el mandato del Congreso de mejorar el apresto escolar. Las divergencias se sitúan entre el enfoque integral de desarrollo infantil, que exige una gran variedad de servicios, y el enfoque cognitivo, con su estrecho enfoque en habilidades académicas.2  La sabiduría en todos los campos de la ciencia del desarrollo aboga por el enfoque integral del desarrollo infantil.3 

La base de conocimiento también deja en claro que la calidad de los servicios en la infancia temprana tiene un efecto directo sobre los resultados del niño. No es un secreto que Head Start comenzó con algunas limitaciones empotradas que todavía se están superando. El componente de la educación preescolar ha sido especialmente problemático.4  Nunca ha contado con el financiamiento suficiente para contratar docentes debidamente calificados, pese al mandato gubernamental para hacerlo. Actualmente, sólo un 27% de los maestros de Head Start tiene un título profesional.5  Ello, pese a que la población de alto riesgo que participa en el programa claramente necesita de las habilidades y competencia de educadores certificados. 

Otra limitación es la falta de controles de calidad durante los años formativos de Head Start. Los Estándares de Desempeño del Programa de Head Start (Head Start Program Performance Standards) no fueron emitidos hasta en 1975, diez años después del inicio del programa. Además, el financiamiento para investigación y desarrollo y el mejoramiento de los servicios fueron inconsistentes a través de los años. El punto más bajo se alcanzó a comienzos de la década de 1990, cuando la calidad se había erosionado al punto que el autor declaró públicamente que la tercera parte de los centros Head Start tenían un nivel de calidad tan pobre que debían cerrarse. A partir de entonces, el Congreso ha dispuesto de financiamiento para el mejoramiento de la calidad, los Estándares de Calidad han sido sometidos a revisión y, por primera vez, numerosos centros con bajo rendimiento han sido cerrados. El resultado ha sido un aumento gradual y sostenido de la calidad; debido a que ésta tiene un impacto definitivo en los resultados de los niños, las investigaciones futuras sobre la efectividad del programa deberían revelar más sobre el potencial del programa, que el trabajo realizado antes del comienzo de las mejoras de calidad. Currie y Hustedt y Barnett analizan los últimos estudios para determinar si ya es posible percibir los beneficios de Head Start

Investigaciones y Conclusiones 

Ambos artículos han realizado un trabajo encomiable de revisión de la evidencia empírica reciente relevante a las preguntas de si Head Start tiene efectos a corto y largo plazo o no, con qué participantes tiene mejores resultados, y si es económicamente rentable. Estas revisiones son de gran importancia debido a que los presupuestos y financiamientos de Head Start han subido y bajado sobre la base de los principales estudios que tuvieron una extensa cobertura mediática. Recientemente, el interés público ha estado centrado en la Encuesta sobre Experiencias de la Familia y del Niño, FACES, la cual reveló que numerosos beneficios se habían reforzado después de un año de participación en Head Start. Sin embargo, el autor coincide con los dos artículos previos que señalaban que FACES es una evaluación relativamente precaria respecto de los efectos del programa.  

El Estudio Nacional del Impacto de Head Start (National Head Start Impact Study), actualmente en desarrollo, sí cuenta con un diseño metodológico riguroso. Tal como lo señalaron los artículos anteriores, este estudio estándar basado en la “intención de tratar” ha sido efectuado y se han informado los hallazgos del primer año de seguimiento. Contrariamente a la inferencia de Curry, aunque muchos de los niños del grupo de control accedieron a otras intervenciones, la muestra es lo suficientemente representativa para permitir una comparación entre los niños que formaron parte de Head Start con aquéllos que sólo recibieron cuidados parentales. Sin embargo, este estudio plantea algunas cuestiones graves, como por ejemplo, el hecho de que un número importante de niños del grupo control en realidad sí asistió a un programa formal de Head Start. (Los padres simplemente los llevaron a establecimientos cercanos no incluidos en el estudio). Estos problemas actualmente se están revisando y posteriormente se dispondrá de mejores datos que los que se tienen hoy. Sin embargo, los hallazgos del primer año son demasiado importantes para la continuidad de Head Start para que las partes interesadas muestren paciencia. 

Mientras parece haber total acuerdo entre los investigadores respecto a que los hallazgos son hasta ahora esencialmente positivos, existe cierto desacuerdo sobre si son lo suficientemente positivos o no para justificar el alto costo el programa. Por ejemplo, los dos artículos previos destacan el tamaño modesto de los efectos. Una visión mucho más positiva de los mismos hallazgos fue presentada por la principal organización de investigación, la Sociedad para la Investigación del Desarrollo Infantil (Society for Research in Child Development).6 La respuesta del responsable del gobierno federal para Head Start, Wade Horn, fue que los resultados indican que “se necesita trabajar más sobre Head Start.” 

Implicaciones para el Desarrollo y las Políticas Públicas  

Desde sus inicios, el programa Head Start ha tenido dificultades debido a la falta de una meta definida y realista. El comité de planificación tuvo una miríada de puntos de referencia del desarrollo humano indicados como objetivos, todos bajo la misión global de mejorar las habilidades infantiles al momento de ingresar a la escuela. En sus primeros años, la mayoría de las evaluaciones de Head Start utilizó el coeficiente intelectual (IQ) o alguna prueba similar sobre el mejoramiento de los puntajes académicos, como barómetro. En la década de 1970, la competencia social diaria, medida a través de diferentes áreas, llegó a ser la meta oficial.7  La reautorización de Head Start, concedida en 1998, clarificó lo anterior al legislar y definir el apresto escolar como el propósito de Head Start, éste incluyó la salud física y mental, las habilidades sociales y emocionales y las capacidades académicas tempranas. Cabe hacer notar que nadie a excepción de la Administración Bush había proclamado nunca que el objetivo del programa Head Start era que los niños lograran un nivel de preparación escolar similar a los niños de clase media. Quien crea que un programa de sólo nueve meses de duración pueda eliminar la brecha de logros académicos, cree en magia.

Wade Horn está en lo cierto al afirmar que Head Start necesita mejorar. Los dos artículos previos y este comentario nos brindan una orientación considerable. Todos los maestros titulares en el programa Head Start deberían tener grado de Licenciado en educación temprana9, y todos los para-docentes deberían tener un título universitario de preparación básica o un curso en desarrollo infantil. Deberíamos reconocer la grave dificultad para mejorar las trayectorias de crecimiento de los niños que viven en situación de pobreza,10 y convertir a Head Start en un programa de dos años de duración que involucre a niños desde los tres años de edad. Pese a que Hustedt y Barnett afirman que Head Startproporciona servicios a la mayoría de los niños durante dos años escolares,” un 68% de participantes asisten a él sólo durante un año.5 La participación actual en el Early Head Start (orientado a niños desde el nacimiento hasta los tres años, supuestamente por varios años) es de 62.000 niños.11 Pese a que la evidencia señala que la experiencia de dos años produce una mayor preparación escolar que en la modalidad de un año de duración,12 la extensión a dos años no puede justificarse, puesto que Head Start provee servicios sólo a un 60% de niños elegibles, y a casi ninguno que esté cerca de la línea de pobreza. 

Los estados están actualmente adoptando la misión que el gobierno federal ha dejado inconclusa. Un movimiento con buen financiamiento y organización se está desarrollando para implementar una educación preescolar de alcance universal. Cuatro estados ya cuentan con tal disposición legislativa, y varios más están a punto de hacerlo.13 Tal desarrollo no debería terminar con el experimento de Head Start. La experiencia acumulada del programa debería utilizarse para informar a los programas estatales. Congruente con nuestra base de conocimientos, el énfasis de Head Start debería orientarse a proveer de servicios integrales a los niños y sus familias (lo que las escuelas públicas no están en condiciones de hacer), ofreciendo servicios de salud mental a niños pequeños de todos los niveles socioeconómicos que tengan problemas emocionales o conductuales, y ampliar Early Head Start, un enfoque preventivo ante la insuficiente preparación escolar.14 

Referencias

  1. Smith S, ed. Two generation programs for families in poverty: a new intervention strategy. Norwood, NJ: Ablex; 1995.
  2. Zigler EF, Singer DG, Bishop-Josef SJ, eds. Children’s play: the roots of reading. Washington, DC: Zero to Three Press; 2004.
  3. Shonkoff JP, Phillips DA, eds. From neurons to neighborhoods: The science of early childhood development. Washington, DC: National Academy Press; 2000. Available at: http://www.nap.edu/books/0309069882/html/. Accessed November 9, 2005.
  4. Omwake EV. Assessment of the Head Start preschool education effort. In: Zigler E, Valentine J, eds. Project Head Start: A legacy of the war on poverty. New York, NY: Free Press; 1979:221-228.  
  5. Head Start Bureau. Biennial report to Congress:  The status of children in Head Start programs. Washington, DC: U.S. Department of Health and Human Services; 2003. Available at: http://www.acf.hhs.gov/programs/hsb/pdf/biennial_report_2003.pdf. Accessed November 9, 2005.
  6. Society for Research in Child Development. Placing the first year findings of the National Head Start Impact Study in context. Available at: http://www.srcd.org/documents/policy/Impactstudy.pdf. Accessed November 9, 2005.
  7. Zigler E, Trickett PK. IQ, social competence, and evaluation of early childhood intervention programs. American Psychologist 1978;33(9):789-798.
  8. Brooks-Gunn J. Do you believe in magic?: What we can expect from early childhood intervention programs. Social Policy Report 2003;17(1):3-14.
  9. Bowman BT, Donovan MS, Burns MS, eds. Eager to learn: Educating our preschoolers. Washington, DC: National Academy Press; 2000. Available at: http://www.nap.edu/openbook/0309068363/html/. Accessed November 9, 2005.
  10. Rothstein R. Class and schools: using social, economic, and educational reform to close the Black-white achievement gap. New York, NY: Teachers College Press; 2004.
  11. U.S. Department of Health and Human Services. Administration for Children and Families. Head Start Bureau. Head Start program fact sheet 2005. Available at: http://www.acf.hhs.gov/programs/hsb/about/fy2005.html. Accessed October 30, 2007.
  12. Wheeler CM. A longitudinal investigation of preschoolers’ Head Start experience and subsequent school readiness. Dissertation Abstracts International 2002;63(03):1592B.
  13. Zigler E, Gilliam WS, Jones SM, and colleagues. A vision for universal preschool education. New York, NY: Cambridge University Press. In press.
  14. Zigler E, Gilliam WS, Jones SM, with Styfco SJ. A place for Head Start in a world of universal preschool. In: Zigler E, Gilliam WS, Jones SM. A vision for universal preschool education. New York, NY: Cambridge University Press. In press.

Para citar este artículo:

Zigler E. Políticas del Programa Head Start: Comentarios sobre Currie, y Hustedt y Barnett. En: Tremblay RE, Boivin M, Peters RDeV, eds. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. https://www.enciclopedia-infantes.com/politicas-del-programa-head-start/segun-los-expertos/politicas-del-programa-head-start-comentarios. Publicado: Diciembre 2005 (Inglés). Consultado el 28 de marzo de 2024.

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