Los niños resilientes tienen habilidades de protección, y los entornos protectores les ayudan a afrontar situaciones difíciles. La resiliencia en los niños puede potenciarse de las siguientes maneras:
- Ofreciéndoles los recursos materiales y la estimulación que necesitan.
- Promoviendo relaciones estables y positivas entre los niños y sus padres u otros adultos de la comunidad
- Ayudándoles a desarrollar las habilidades de autorregulación necesarias para dirigir su atención, gestionar sus emociones, seguir las reglas, inhibir sus impulsos y controlar su comportamiento para adaptarse a su entorno.
- Reduciendo el nivel de exposición a las adversidades insostenibles y a otros riesgos "tóxicos" que amenacen la salud y el desarrollo de los niños
La manera más efectiva de promover la resiliencia en los niños es apoyar a las personas que cuidan de ellos.